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Los Galeses en el sur de América

El arribo de los colonos galeses a la Patagonia argentina, en el año 1865, constituye la primera colonia instalada fuera del territorio de las catorce provincias que por entonces constituían la Argentina y la primera colonización perdurable al sur de ese país.

Estas personas habían decidido emigrar de Inglaterra, debido al riesgo que su cultura estaba corriendo en ese momento, dado el incesante avance del capitalismo industrial y la intención explícita de los gobernantes de subsumir la vida de estas poblaciones a la dinámica del nuevo régimen económico.

El primer grupo que arribó estaba constituido por unas 160 personas, que habían salido directamente desde Liverpool y llegado al sur argentino en julio de 1865, después de haber recorrido 13.000 km. durante dos meses, a bordo de la embarcación denominada “Mimosa”. Dentro de este grupo, la mayoría eran mineros y canteros y sólo una pequeña parte era de origen campesino; también había un maestro de escuela, varios predicadores, un constructor y un médico.

Estas personas instalaron su primer poblado en Punta Cuevas, muy cerca de lo que hoy es Puerto Madryn, y en donde hasta la actualidad existen ruinas de este asentamiento, principalmente constituidas por considerables excavaciones que habrían funcionado justamente como cuevas que sirvieron de albergue para estos recién llegados.

Según los testimonios asentados en las diversas fuentes bibliográficas, fue a partir del contacto con los pobladores autóctonos, es decir las comunidades tehuelches, que los galeses fueron mejorando sus refugios por medio de la construcción de chozas, siguiendo la técnica indígena. De los tehuelches, los galeses también aprendieron a cazar y el intercambio comercial sería, más tarde, importante: cueros, plumas de ñandú en trueque por pan y otros alimentos elaborados.

Los primeros colonos enfrentaron todo tipo de dificultades, desde la dureza del asentamiento y las malas cosechas hasta los circunstanciales enfrentamientos con los indígenas -pese a la amena colaboración regular-. Pero aún así, continuaron perseverando con esta idea inicial de fundar “la Nueva Gales” en esta tierra inhóspita y árida, con el objetivo de poder perpetuar su cultura, sin ser políticamente amenazados.

Unos años después, entre 1874 y 1875 llegó un segundo contingente proveniente de Gales y los Estados Unidos. A partir de esta nueva oleada, se fundó la ciudad de Gaiman, el mayor símbolo de la colonización galesa en la Patagonia.

Debido a las condiciones climáticas de la zona, era necesario solucionar el problema del riego, para lo cual fueron construidos canales, constituyendo una de las primeras redes de riego artificial del país. A partir de esta innovación, la zona comenzó a producir trigo en mayor escala. Más tarde, y ya enfocados en la comercialización de los productos locales, en la segunda mitad del año 1886 comienza el tendido de las vías del ferrocarril, principalmente hacia Buenos Aires, a partir de lo cual surge la ciudad de Trelew, en donde se asentaron rápidamente nuevos grupos poblacionales de residencia permanente.

A medida que fue avanzando el siglo XX, estas poblaciones se imbricaron cada vez con el Estado nacional, al punto de adoptar al español como lengua oficial y de escolarización regular. Sin embargo, aún se mantienen vigentes la celebración de eventos propios, así como el intercambio corriente con los habitantes de Gales. De esta manera, muchos descendientes mantienen vivo el idioma y la cultura, que se renueva cada año con la celebración del festival denominado Eisteddfod.

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